jueves, 5 de noviembre de 2009

Fin de semana en Kuala Lumpur

Finalmente dejamos Borneo –¡cómo nos costó!- para dirigirnos a Indonesia, nuestro siguiente destino, en el que aún estamos. Para ello, tras pasar una noche en Semporna (la ciudad desde la que se accede en barco a Mabul y Sipadán), tomamos un vuelo desde el aeropuerto de Tawau (a una hora en minibús colectivo desde Semporna) hasta Kuala Lumpur, la capital malaya, que habíamos dejado inicialmente fuera de nuestra ruta.

Pernoctamos dos noches en un cuidado hotel en la zona de Chinatown, junto al mercado nocturno de Jalan Petaling, lo que resultó ser un acierto, ya que la estación de autobuses desde la que partiríamos a Singapur (comodísimos autobuses, por cierto) estaba justo al lado.
KL, como llaman los malayos a su capital, es una ciudad bastante complicada para los peatones, y su sistema de transporte público me pareció, cuanto menos, más intrincado e incomprensible que el de Singapur. Aún así, paseamos y paseamos, azotados
por el calor y empapados por la humedad, por la ciudad: tanto por la zona colonial en torno a la inmensa plaza Merdeka, como por nuestro barrio chino y su mercado, así como por los enormes “Jardines del Lago”, preciosos pero sorprendente solitarios para ser un domingo.


El Mercado Central, repleto de artesanía local y con algunos puestos de comida, merece la pena, y no sólo por el refresco que supone el aire acondicionado en medio del calor de la ciudad. Me gustaron particularmente algunos cuadros de batik (muy caros para mi presupuesto) y, por supuesto, los arcos y las efectivas cerbatanas utilizados en el interior de Malasia. Por lo demás, lo mejor del mercado fue un masaje muy especial que disfrutamos allí: se trataba de meter los pies en una piscina llena de cierto tipo de peces que no paran de darte pequeños mordiscos en todas partes, produciendo un agradable e inquietante cosquilleo mientras, supuestamente, eliminan impurezas de tu piel en lo que denominaban fish spa. Fueron sólo diez minutos, pero definitivamente los peces se dieron un buen festín.

Por la tarde-noche (a la hora de la merienda-cena), no nos podíamos perder la obligada visita a las torres Petronas, que con sus 451.9 metros fueron el edificio más alto del mundo durante algún tiempo (ahora mismo están en la quinta posición). El centro comercial (KLCC) que se encuentra en la base de las torres es, como muchos otros en las grandes ciudades asiáticas, simplemente espectacular: todas las marcas de lujo se dan cita en él, así como todo tipo de restaurantes, además de unas salas de cine, en las que vimos un tremendo bodrio protagonizado por Bruce Willis (me has decepcionado con ésta, Bruce).


Al día siguiente, tras una salida de sábado por la noche en la que sólo encontramos un decepcionante y decadente ambiente, regresamos a nuestra base en Singapur. Allí aproveché la mañana para visitar el magnífico Museo de las Civilizaciones Asiáticas, la tarde-noche para una buena merienda-cena, y la noche para tomar una copa con Mark, un amigo americano de mi época en Viena que estaba casualmente en Singapur por trabajo.

Es lo que tiene Facebook, que te permite estas alegrías al tenerte localizado, cuando quieres…


2 comentarios:

  1. Acabo de leer tus comentarios de octubre y noviembre que me parecen fantásticos.En cuanto a las alipendulas o nuestros gamusinos,también se conocen con los nombres de maimones o tripilichis que, creo, son de la misma familia pero más antiguos. Un abrazo Angel

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  2. Muchas gracias Ángel por tu comentario (como ves no hay muchos :-))! Tendré que investigar sobre los maimones y tripilichis a ver si los podemos cruzar y sacar adelante otra especie, por supuesto endémica de Extremadura. Un abrazo!

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