lunes, 9 de noviembre de 2009

Las islas Gili – snorkling y buceo, piscina, playa y marcha

Como no se podía decir que estuviésemos cansados o estresados en Bali, decidimos hacer el camino a las islas Gili experimentando el transporte local, en lugar de la lancha exprés (sólo dos horas) para turistas que tomaríamos a la vuelta.

Marchamos en autobús entre arrozales, sofocados por el calor, hasta Ubud, y de ahí hacia Padangbai (tres horas desde Kuta), donde tomamos el ferry de cuatros horas y media hasta Lembar, ya al otro lado de la línea de Wallace, en Lombok. De ahí tomamos una furgoneta hasta Senggigi (una hora más), donde hicimos noche. A la mañana siguiente, tras merodear por las playas de la zona (mucho mejor hacia el norte, donde la serpenteante carretera junto a la costa ofrece buenas vistas de estas playas), fuimos en taxi a la terminal de autobuses de Bangsal (una hora), desde donde nos acercamos en cidomo (carro tirado por un poni) al puerto. Allí, como bien nos indicaba nuestra guía, nos intentaron timar con los billetes; pero, tras poco más de una hora de espera pudimos coger el bote público que nos llevaría en una horita larga hasta Gili Trawangan.

Definitivamente el transporte público en Indonesia es imprevisible, aunque en este caso estábamos avisados y lo hicimos con conocimiento de causa, tomándonoslo con calma.

Casi al comienzo de esta travesía conocimos a Miguel, un fotógrafo de Valladolid que durante sus continuos viajes se gana la vida jugando al póker online. ¡Gran idea! Echamos los cuatro una partida tranquila en el barco que tuve la fortuna de ganar, con la suerte del principiante.


Ya en Gili Trawangan, la isla más “grande” y animada de este precioso archipiélago, pasamos cuatro días muy majos, haciendo snorkling, buceando y saliendo de marcha uno de cada dos días –los días de fiesta allí son lunes, miércoles y viernes, de los que cazamos los dos últimos-. Con el alojamiento no tuvimos mucha suerte, más que nada por el ruido: las dos primeras noches teníamos una obra cercana, que nos despertaba temprano por las mañanas; mientras que las dos últimas, tras cambiar, estábamos, sin saberlo, relativamente cerca de la mezquita del pueblo, y los cantos de los muecines nos tocaron bien los … tímpanos.

Al ser una isla relativamente pequeña, al segundo día (mejor dicho, tras la primera fiesta), ya conoces a mucha gente; y casi vas saludando por la calle, tanto a locales como a guiris. Como había una mesa de ping-pong frente a la playa, y el primer día me tiré un farol, por hacer la gracia, con una apuesta ciega de 50.000 chapas (poco más de tres euros) a que ganaría al mejor jugador de la isla, pues los siguientes días muchos me iban saludando “español, español, amigo, amigo”. Ni que decir tiene que ya no soy el que era en este deporte (es verdad que tampoco tenía mi pala), y dueño del chiringuito me ganó la apuesta, no sé si de forma falsamente ajustada. A todos los demás con los que jugué (cada tarde unos partidillos), les gané, aunque a la mayoría sin mucho mérito ni emoción.

El snorkling en esta zona es muy bueno, y se puede ver casi lo mismo que buceando, pero la verdad que nuestra jornada de buceo fue realmente especial, y vimos muchísimos bichos diferentes, como el pez loro jorobado o el pez mariposa, además de tortugas, una morena, peces trompeta, mahi-mahis o pargos, de los que dimos buena cuenta p


Al margen de estas actividades o de algún paseo en bici por la isla, por el día solíamos pasar un rato en alguna piscina, con unas cervecitas o cócteles y música de fondo, y otro rato tirados en la playa, leyendo o dándonos un baño.

Por la noche, también vimos de todo: conocimos a suizas, suecas, alemanas, italianas, australianas, polacas, inglesas, a unas enfermeras de Nueva York muy escandalosas, e incluso a unas chicas de Alcorcón muy majas a las que les temblaba la patata. La música era bailable, las copas “nacionales” muy baratas y el ambiente, en general, más que curioso, con los locales revoloteando como locos en sus frenéticos bailes en torno a las extranjeras. Nosotros, a lo nuestro: calentamos con "peñas de trago", seguimso con los tornados cerveceros de Cory, y terminamos, por varios, dando guerra y castigo hasta por la mañana.

En resumen: otro destino playero, mucho más genuino y recomendable que Bali.

No hay comentarios:

Publicar un comentario