domingo, 29 de noviembre de 2009

Angkor y la cocina camboyana, una maravilla

Sin duda el país más pobre de los que hemos estado hasta ahora, Camboya ofrece magníficas perlas que no se pueden más que apreciar y saborear.

En primer lugar, los templos de Angkor, cerca de Siem Reap, muestran sólo una parte de la grandiosidad y el esplendor del imperio Khmer camboyano, cuya capital tenía, allá por el S.XII, un millón de habitantes, cuando Londres tenía 50.000 o la villa de Madrid se repoblaba tras la Reconquista. El recorrido en tuk-tuk entre los enigmáticos templos y fastuosos palacios, construidos en un primoroso entorno natural con el que se funden, es, a nivel de monumentos, lo más espectacular de este viaje hasta el momento.


La ciudad de Siem Reap, en la que apenas hay alumbrado público más allá de las tiendas, comercios y restaurantes, tiene un bullicioso y condensado centro (cuatro calles) en el que la oferta culinaria para los turistas me pareció de una altísima calidad.
Tanto es así, que después de un par de días en Siem Reap comiendo de maravilla, reservamos una mañana para hacer un curso de cocina camboyana en un restaurante llamado Le Tigre de Papier, con visita al mercado local incluida. Yo decidí preparar una crema de calabaza con leche de coco y un pollo al estilo pod choy; muy sabrosos me quedaron los dos platos, hay que decirlo. En la cocina camboyana, además de utilizar, como es natural, las especias más comunes en la zona (tamarindo, caña de limón, galanga y cúrcuma, por ejemplo) –algunas de las cuales aderezan el riquísimo amok–, cocinan las verduras en agua o leche de coco en lugar de en aceite, lo cual es una sana costumbre.


Intentaremos abastecernos de los ingredientes necesarios y replicar estos platos de vuelta a España, y, si no acertamos, habrá que buscar algún restaurante camboyano en Madrid, o en su defecto un asiático que prepare comida camboyana, que lo habrá.


Lo que no podremos replicar seguro es el bonito trayecto, en autobús primero y en barca después, para ir de Phnom Penh a Chau Doc, en Vietnam, a través de la frontera fluvial que está dispuesta en medio del Mekong.

En su renombrado delta, el tiempo simplemente discurre despacio, y así, despacio y sin prisas, nos despedimos de Camboya, hechos unos expertos en cocina ... marítima.

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