miércoles, 23 de diciembre de 2009

El sur de Vietnam: el Mekong y Saigón

La entrada a Vietnam a través del río Mekong, el tercero más largo de toda Asia –tras el río Amarillo y el Yangtzé- es ciertamente especial. No importa que la navegación en barca motorizada se eternice por los canales fluviales, ya que el entorno de arrozales y pequeños diques, salpicado de modestas viviendas junto al río (o sobre él), te hace perder la noción del tiempo (y el espacio) a través de esta sociedad asiática que vive por y para el arroz.


Elegimos Can Tho como base para explorar otros canales del delta, y organizar desde allí, con mucha paciencia y desplegando todas las artes del duro regateo con vietnamitas, una visita a uno de los mercados flotantes: nada realmente especial. Parecía que nuestras ganas de hacer deporte una tarde quedarían en nada tras infructuosos intentos de alquilar unas bicis; sin embargo, buscando unas pistas de tenis en las que –dura guerra para conseguir raquetas- pudimos jugar un partido, nos topamos con un club de ping-pong de mucho nivel, en el que me pude jugar unos partidos majos (que perdí, por supuesto).


La elección de la habitación del hotel no fue acertada, ya que las vistas al paseo fluvial del Mekong y a la estatua del tío Ho no compensan el ruido matutino de estos asiáticos tan madrugadores, trabajadores y, digámoslo, también codiciosos y, muchos de ellos, timadores.

Desde allí, nos fuimos a Saigón (como los locales aún la llaman tras más de treinta años de ciudad de Ho Chi Minh), donde pasamos totalmente de las visitas turísticas típicas relacionadas con la guerra de Vietnam (túneles Cu Chi, Museo de la Guerra, etc.) y nos dedicamos a pasear por la ciudad a nuestra manera, con una obligada visita a los desangelados Jardines Botánicos (me gusta pasear por ellos en todas las ciudades que los tienen). Lo más guerrero que hicimos fue marcarnos una sesión (incompleta) de Apocalypsis Now, aderezado con alpiste local, y una salida nocturna en domingo, en la que nos llevaron, uno tras otro, a todos los sitios abiertos a la una de la mañana (pocos y malos).

Unos días de rollito vietnamita fueron suficientes para darnos cuenta de que las jornadas en este país comienzan muy temprano y también finalizan pronto, sí o sí, quieras o no. El rugido de las motos, los ladridos de los perros, el despertar de los gallos, el canto de los pájaros, la música del vecino, o las consignas políticas por los altavoces del pueblo forman parte del bullicio mañanero que siempre te saca de la cama antes que el despertador.

Para finalizar la parte sur del país, buscamos una ciudad en la costa, y ésta fue Nha Trang, a ocho horas en tren (una minucia) desde Saigón. Temporada baja bajísima en este destino sin encanto (un Benidorm a la vietnamita), tiempo nada propicio ni para el baño ni para el buceo y sesión de baños termales y lodoterapia para culminar un agradable paseo en bicicleta por los alrededores.


¡Eso es todo, amigos! Ya os anticipo que el Norte –incluso los lugares más turísticos- fue mucho mejor. Enjoy life!
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martes, 22 de diciembre de 2009

De vuelta con el blog tras muchas historias

Después de algo más de tres semanas sin publicar nada, esta noche dedicaré unas horitas a subir algunas fotos y publicar algún post que ya tenía escrito y tenía retrasado.

Las últimas semanas ha sido cojonudas (ya las iré contando), y las hemos pasado de ruta en motos por el norte de Vietnam y por Laos. En una historia rocambolesca, perdimos una mochila con el portátil y todos mis papeles (incluido el pasaporte), entre otras cosas. Ya lo contaré en detalle; lo importante es que finalmente hemos recuperado todo, previo paso por caja.

Aquí os dejo una fotillo con nuestras Minsks.

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