viernes, 19 de febrero de 2010

Nochevieja en Kho Phagan

Decidimos ir a Kho Phagan en Nochevieja, en lugar de a Filipinas, nuestra otra alternativa, fundamentalmente porque habíamos quedado con Cory, ya hacía más de un mes y medio, en pasarla juntos, y él estaba encabezonado con que fuese allí, ya que era la primera vez en 18 años que la noche de fin de año coincidía con la fiesta de la luna llena, todo un clásico en este lugar. Además, Marco también iba para allá (fuimos juntos desde Viantiane en un viaje que se hizo eterno, combinando trayectos en tres, autobús y barco), y estábamos seguros de que en buena compañía lo pasaríamos en grande.


No se puede decir que con ello nos diéramos realmente una oportunidad para cambiar nuestra opinión sobre Tailandia, un destino que, encandilados por otros lugares del Sudeste Asiático, habíamos dejado de lado, cambiando los planes iniciales, por parecernos masificado y occidentalizado (seguro que hay lugares especiales también, pero hay que buscarlos mucho, como en el libro de La Playa).

Si algo define una fiesta en Kho Phagan (bueno, en la playa de la fiesta, Hat Rin, que es donde estábamos nosotros) es la masificación: australianos, israelíes, suecos, ingleses y americanos abarrotan lo que en el pasado habría sido una bonita y tranquila playa. Tailandeses de marcha, pocos: al margen de los que curraban en los chiringuitos –majos, divertidos y con letreros chisposos en sus tenderetes de venta de alcohol-, sólo las trabajadoras del placer se camuflaban en el mogollón.

Las dos o tres noches previas a Nochevieja ya pudimos ver que el ambiente de música electrónica y desfase a lo guiri salvaje no nos iba mucho, así es que aprovechamos algún día de lucidez para hacer una rutilla en moto por la isla (que no es pequeña) y ver de esta forma alguna playa perdida mucho más tranquila que la nuestra. De todas maneras, de cara a Nochevieja, había que intentar darlo todo… (no tanto como Cory unos días antes, que, haciendo el animal bailando encima de una mesa, se cayó y se destrozó las costillas).


Y eso hicimos, que bien servidos a la sombra de los pinos se ven las cosas de otra forma... Así sí, la fiesta es otra historia y los mejores deseos que me salían no podían ser más que por un nuevo año lleno de nuevas luces y nuevos colores, claro. ¡Pues eso!
16 - Tailandia - Kho Phagan

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