domingo, 21 de febrero de 2010

Filipinas, menuda perla por descubrir

¡Grande Filipinas! El carácter y el cercano humor de sus gentes, la sosegada belleza de sus playas, sus miles de islas por descubrir, así como sus enormes posibilidades para hacer deporte (submarinismo, kitesurf, trekking, etc.) hacen de este país otra de las grandes sorpresas del viaje, y un destino al que, antes o después, de una forma o de otra, intentaré volver.

Después de tanto tiempo en Asia, ya casi dábamos por perdida la comunicación espontánea, la complicidad en el humor y las conversaciones entretenidas con locales. Y en Filipinas, todo eso apareció, y en grandes dosis. Los filipinos hablan perfectamente inglés, y muestran siempre una cara amable, feliz y divertida (muy al estilo brasileño, por cierto; ahora que acabo de pasar el Carnaval en la bonita ciudad de Ouro Preto). Además, a los españoles nos tienen un cariño especial, dicho sea de paso; y eso que nos fuimos de allí (bueno, nos echaron los americanos a su manera, por variar) ya hace más de 100 años.

Por cierto, el libro de Manuel Leguineche “Yo te diré…La verdadera historia de los úlltimos de Filipinas” es excepcional; lo leí hace unos años y no puedo dejar de recomendarlo. Para un resumen de la historia de estos patriotas cabezones, visitad este enlace.

Ya antes de esa época y hasta ahora, muchas palabras españolas han sido asimiladas al tagalo (los números, sin ir más lejos), y los nombres y apellidos españoles abundan (hay muchas historias curiosas sobre los originales nombres filipinos). Para continuar con la cercanía a casa que ya de por sí Filipina nos ofrecía, cenamos en un buen restaurante español –llamado Dos Mestizos y regentado por un canadiense muy majo- un par de veces (el bacalao a la vizcaína, de lo mejor) y algún otro día retomamos dos grandes costumbres de nuestra tierra: la clásica y reparadora siesta por un lado –sin duda necesaria-; y la merienda-cena –asidero de abuelas y tías-abuelas ocupadas- por otro, en la que un bocadillo de jamón serrano con queso manchego del bueno lució casi como en casa.

Bueno, pues ya metidos en contexto, os cuento que esta mi primera visita a Filipinas la dedicamos casi en su totalidad a un destino de lo más completo que puede haber: Boracay. De Manila en avión a Kalibo, de ahí a Caticlán en bus (un hora y media) y finalmente quince minutos en barca te dejan en la preciosa isla de Boracay.

A pesar de tener una infraestructura turística muy desarrollada, con múltiples opciones de alojamiento, comercio y bebercio, tiene un encanto muy especial y rápidamente uno observa que la gente que tiene la fortuna de estar allí, bien de paso –como nosotros-, bien establecida de forma permanente, es simple y llanamente feliz, lo que es mucho decir hoy en día.


La playa este (White Beach), a lo largo de la cual las palmeras se encuentran alineadas casi en formación militar, permite disfrutar de unas puestas de sol espectaculares. Un poquito más tarde, y tras tomar un par de Long Island Ice Tea en un clásico bar de cuyo nombre no puedo acordarme , comienza en esta zona la diversión y marcha nocturna, que dura, día sí y día también, hasta altas horas de la madrugada, y en la que los filipinos, que por naturaleza son unos cachondos, salen de fiesta junto con los extranjeros que por allí andan (curiosamente, muchos rusos y rusas).

La playa oeste (Bulabog), sin embargo, es mucho más tranquila, y se destaca por ser todo un paraíso para ejercitar el kitesurf: un deporte que nos enganchó desde el principio. Estuvimos toda una dura semana saliendo por las noches hasta tarde, y levantándonos por la mañana temprano para coger las mejores condiciones de viento y marea en nuestro curso de iniciación a este deporte tan divertido y que espero seguir practicando.


Ahora estoy en otro destino estupendo (cerca de Fortaleza, en Brasil), donde también se puede practicar el kitesurf (hoy hicimos y mañana más), y sin embargo Filipinas en general y Boracay en particular no se me pueden ir de la cabeza al pensar en un lugar de vacaciones de sol y playa, rodeado de gente estupenda, con lugares bonitos por visitar, y muchas cosas por hacer.

Sin duda, Filipinas, famosa por sus perlas, es toda un perla por descubrir.
17 - Filipinas - Boracay

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