miércoles, 12 de agosto de 2009

Calentando motores

Ya estamos en camino! Desde nuestro más que decente asiento de tren, camino de Nizhny Novgorod, ya somos conscientes de que la aventura de verdad ha comenzado.

Los tres días que hemos pasado en Moscú no han sido más que un calentamiento para lo que nos espera. Hasta ahora, sin contratiempos: nuestras maletas llegaron (eso sí hubiese torcido las cosas); pasamos la prueba del algodón de la gripe A (en el avión nos tomaron la temperatura con una pistolita que apuntaba a la oreja); y el ruso que estamos “aprendiendo” con la ayuda de la guía de ruso para viajeros de la Lonely Planet (junto con una dosis de geta extremeño-manchega y de paciencia por parte de los que nos atienden) nos ha permitido comprar unas tarjetas SIM rusas (de MTS, por cierto, con tarifas bastante buenas), sacar los primeros billetes de tren y movernos bien por la ciudad.

El hostal-albergue Napoleón, donde nos quedamos, sin ser una maravilla, está muy bien situado y bien atendido. Además, da mucha alegría llegar tras subir cuatro pisos de escaleras (saniiiísimo). Por cierto, por allí pululaban unos de Tobarra –Albacete- que iban camino de La India y Nepal; otro viaje chulo que habrá que dejar para otra ocasión...

Pero para alegría de verdad, la de tomarte unas cervezas con un amigo al que no esperas ver precisamente en el primer destino de este viaje. Resulta que Nacho, rememorando su época pasada de moscovita, estaba de turismo por allí con su chica. Y, por supuesto, sus recomendaciones y las de su amigo Jorge para salir por la noche fueron acertadas: Real McCoy, un bar divertido donde no había precisamente ningún MacCoy, y Fabrique, una discoteca pija donde nos dejaron pasar por nuestra buena presencia (eiiin) y calcetines recién cambiados.

El festival de música al que fuimos el sábado no era tan interesante: tipos y tipas raras, perroflautas y demás fauna urbana moscovita, frikeando al son de ritmos electrónicos. Definitivamente, fuera de nuestro estilo, pero aún así una tarde agradable en el parque donde lo montaron.

Y el domingo, después de la salida nocturna del sábado, por seguir con viejas costumbres (facturamos a Londres-Moscú por los pelos, como último ejemplo), llegamos tan al límite al tren que Mat casi se queda en tierra al no encontrar su billete a un minuto de la salida. Es que sin emoción, no es lo mismo!

3 comentarios:

  1. Desde Cáceres me estoy acordando de las fiestas de Losar. Que te lo pases fenomenal.

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  2. Escribe más, cacho perro... Y a ver si pones el Google Latitude...

    Nabracito.

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  3. Gracias Ade, Ángel e Iván por vuestros comentarios. Es verdad que debería actualizar más el blog, pero no es fácil sacar un rato largo con conexión a Internet. Hoy habrá otro post...

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